Sábado por la noche. Desde la tragedia de Cromañon cerraron todas las discotecas. Me siento encerrado en mi casa sin saber adónde ir. Además escasea la marihuana, y corren rumores de que el precio se cuadruplicará: nadie tiene qué fumar. La situación es desesperante. Nunca soporté estar más de media hora en pubs como Sitges o Bach bar, me resultan insufribles. Tampoco tengo ganas de ir a un lugar donde buscar sexo express.
Mi lugar favorito es Contramano y, en medio de la desesperación, se me ocurre llamar por teléfono al dueño, José, para averiguar si finalmente pudo reabrir el lugar o no. Y ahí me entero de la triste noticia: Contramano cerró definitivamente. José me contó que todos los papeles estaban en regla, hasta que llegó una nueva medida para las discotecas, según la cual el lugar debería tener un tanque de agua de como mínimo 10.000 litros. La estructura del local no soportaría semejante peso.
Contramano, desde hace 21 años, es uno de los lugares emblemáticos de la noche gay porteña. Cabe recordar que Buenos Aires, antes de la tragedia de Cromañon (a. de.C), era la meca gay de latinoamérica por la cantidad y variedad de discos, bares y lugares de acción de los cuales muchos ahora están desapareciendo y que deberán desaparecer en las próximas ediciones de la célebre guía gay Spartacus.
Contramano era mi discoteca favorita porque funcionaba como club, una disco en donde además de bailar, podía tomar un trago a gusto y encontrarme tal vez con algún conocido. Solía ir los domingos ver el shows transformista de la Barros, junto a Eduardo Solá, entre otras divas que desde ahora deberán encontrar nuevos circuitos. El cierre no los perjudica solamente a ellos, sino también a los diez empleados que quedaron sin trabajo tras el cierre definitivo del lugar. “Me quedé con 4 empleados, porque no descarto poder volver a abrir Contramano como pub--me comenta Jose. También tenemos la opción de reabrir en otro local, pero como todavía no sabemos cuáles son los requisitos definitivos para poder abrir una discoteca, no podemos elegir: si llegamos a conseguir un lugar que por tal o cual medida después no pueda ser habilitado… La verdad es que me sentí durante todo este tiempo muy manoseado, todas las idas y venidas de inspectores y cambios de último momento para obtener la habilitación fueron un proceso kafkiano”.
Le expresé a José mi tristeza y le pregunté adónde saldría él una noche como hoy, sin Contramano ni otra disco gay, cuando las opciones son tan pocas. “Qué se yo…A un cine porno, no sé… Te digo la verdad, unos amigos vienen en un rato a buscarme para que vayamos a ver una película al cine. Esta es mi primera noche desde que cerramos Contramano. A veces me gusta la idea de comenzar todo de cero y me pongo eufórico. También me ponen eufórico los mensajes que me deja la gente en la página web. Pero también me deprimo y siento mucho dolor ¡Fueron 21 años!
Muchos años. Recuerdo que cuando comenzaba el gobierno de Alfonsín, Contramano (en Rodríguez Peña y Santa Fe) fue una de las primeras discos en abrir, junto a la memorable Old Bricks (en Las Heras y Pueyrredón). Para los más jóvenes –yo tenía 18 años-- era la discoteca de “las bigotudas” y yo nunca me imaginaba que a mis 38, ahora que tengo barba y bigotes, ese iba a ser mi lugar y que tendría que reírme de las ocurrencias de los mas jóvenes que lo definieron en no recuerdo cuál revista, como “Asociación Madres y Abuelas de la Av. Santa Fe”. También me siento perdido, no tanto como José, pero muy perdido. Todavía no encontré un lugar al que poder ir a tomar una copa por las noches.
Mientras pienso en las posibilidades se me ocurre llamar por teléfono a Daniel Link, para ver si sabe de algún lugar interesante. “Estamos viendo la Fiesta de la Vendimia", me dice y cuando terminamos de hablar, decido encender el televisor y poner canal 7. Fue un gran consejo, independientemente de la opinión de D L, porque inevitablemente, cada vez que veo bailar danzas folklóricas lloro de emoción, sea chamamé, zamba, cueca o pericón. Aproveché a llorar por todo, por Contramano, por la triste noche porteña, por la escasez de marihuana y por sentirme solo. Más tranquilo, después de desagotar todo el llanto acumulado decido a ir a conocer el nuevo pub 90º. Las otras opciónes para ir de levante son los cines porno o los backrooms, el sauna, pero no quiero sexo express, solamente ¡quiero tomar un gin tonic, por ahí! Los pubs, todos horribles, nunca soporté estar mas de media hora en lugares como Sitges, Bach Bar.
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