sábado, diciembre 11, 2010

Beso negro francés

Guachozarpado, el perfil que P abrió solo a escondidas de T, no tenía foto de cara; el de a_pelo tampoco. Cuando P estaba llegando a la esquina donde se habían dado cita, reconoció a B, con quien él y T se habían enfiestado. Antes de llegar a la esquina, desvió el camino y se dio cuenta de que la decisión de abrirse ese perfil para buscar coger sin preservativo era arriesgada. Cuando estaba a punto de darle de baja, se encontró con un mensaje de bareparis, un francés que estaba por cinco días en Buenos Aires. En su perfil había varias fotos, en muchas se le veía la cara, era rubio de ojos celestes, fisicoculturista con los abdominales marcados, buenos brazos, todo el cuerpo cubierto por tatuajes, piercings en las tetillas y un prince albert en el glande, “mi hombre ideal” pensó P. Intercambiaron un par de líneas en el chat, se vieron por cam y, al cabo de una hora, P ya estaba en el hotel. El francés lo recibió con arnés y suspensor de cuero y borceguíes negros. Se veía mejor en persona que en las fotos y por cam. P apenas sabía un par de palabra en francés, y el francés, nada de español, así que no hablaron; apenas P entró en el cuarto, el francés le sacó la ropa, le puso unas muñequeras con ganchos para bondage y lo ató a la cama boca arriba. Se puso unos guantes de cuero y muy experto empezó a trabajarle las tetillas. Estar a disposición de aquel gladiador envolvía a P en un estado de irrealidad, como si estuviera mirando y siendo al mismo tiempo el protagonista de una porno. No podía resistirse, estaba bien inmovilizado; cuando las tetillas le ardieron, empezó a lloriquear. “Salope!”, le gritó el francés y le escupió la cara. Después se le sentó en la pija y lo único que mitigaba el trance de P era la concentración para no acabar enseguida. Lo logró durante un buen rato; el francés arriba haciendo sentadillas y penetrándolo con su punzante mirada azul. P lo llenó con una acabada larguísima; lo que no se esperaba era que aquella cantidad de leche se la iba a tener que tragar; el francés se le sentó en la cara y se la devolvió en la boca con sabor a mierda. Esa parte no le gustó tanto, pero qué más daba, era la mejor cogida de su vida, habría dado mucho más por seguir al lado de aquel macho perfecto que, ahora de pie como un coloso en la cama, lo bañaba de lluvia blanca mientras P acababa por segunda vez, sin tocarse.

 Mientras se vestía, pensaba si habría corrido algún riesgo de contagio, no sabía nada acerca del estado serológico del francés. La leche que había tragado era la propia, ¿se transmitiría alguna peste por la merde? El francés estaba en un estado físico envidiable, no parecía tener problemas de salud, todo lo contrario, era un titán; si lucía tan sano, tuviera lo que tuviera, no había problema, pensó P. De camino a su casa, lo excitó el roce de sus tetillas ardiendo contra la remera. Algo no estaba bien, cuando llegó y se desvistió para bañarse, vio que en las tetillas se le habían hecho cascaritas. ¿Qué pretexto podía inventarle a T?
                                                                                   (continuará)
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viernes, diciembre 10, 2010

Sexo a pelo

Hace ya cuatro meses que P conoció a T. A los dos de haberse conocido, P se mudó al departamento de T y abrieron un perfil juntos, ptpareja, en recon, un sitio de contactos por Internet, orientado a prácticas morbosas y fetiches: uniformes, amos y esclavos, rapados, látex, cuero, bondage, momificación, control de eyaculación, control de respiración, juego con cigarros y una larga fila de etcéteras. Habían acordado coger siempre juntos, ellos dos solos, en tríos o enfiestados con más, pero siempre juntos, era lo más parecido a la fidelidad de lo que T se sentía capaz.
Ante la insistencia de P de coger sin forro, T le pidió que lo acompañara a la consulta con su infectólogo que, cómo suponía T, se opuso: “La carga viral se mide en la sangre –dijo el Dr. R–y no en las secreciones genitales; puede haber diferencias, no es lo mismo la carga viral en el semen que en la sangre. Ese es un primer cuidado. El segundo cuidado es que el hecho de que T, o cualquiera, tenga carga viral no detectable en un momento, no significa que en todo el curso de la evolución de la enfermedad mantenga la misma carga viral, puede haber pequeños escapes de virus y eso no es fácil determinarlo, porque la carga viral se da en un punto determinado y la vida sexual del paciente es continua. Que tenga carga viral indetectable en un momento no significa que se mantenga así siempre. Las medidas de prevención deberían seguir manteniéndose estrictas”.
Desde que salieron del hospital, T se aguanta estoico los berrinches de P, que sigue insistiendo: “No entendés que los médicos van a decir siempre que hay que usar forro para coger y hasta para chupar pija. Hay que ver lo que pasa en la vida real, es una cuestión empírica –y destacaba la palabra “empírica” con el fin de volver su argumento más convincente–. “Yo le hago caso a mi médico” –se limita a contestar T que soporta con paciencia todos los insultos con los que P lo provoca “cagón”, “mariquita” “sos más papista que el Papa”–. Este último es el que más le jode a T, que odia a todos los Papas y al actual mucho más desde que hizo la concesión de aceptar el uso de preservativos sólo si es para coger con putas, ¿habrá sido un pedido de Berlusconi? “Si no te gusta, buscate otro macho, y si es seronegativo, mejor”, le contesta T. Y si está de mejor humor le dice “Callate, puto, si no, te ato y te amordazo”. A eso P no puede resistirse, se calienta y lo sigue puteando para terminar con un plug en el orto, en sesiones de bondage y latigazos que duran horas. Eso relaja a P y se olvida del tema por unas horas.
Sin embargo, hace unos días, P se metió en recon, abrió un perfil solo, guachozarpado, y mandó mensajes a varios perfiles, barebackaction, a_pelo, sexocrudo, y borró el historial antes de que T llegara. Siempre lo espera con el mate preparado, y mientras T ceba, él le hace masajes en los pies y terminan cogiendo, la pasión sigue (o seguía) como cuando recién se conocieron. Pero esa tarde, P dejó el agua caliente en el termo, el mate preparado, se hizo una paja, y se fue a dormir.

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