viernes, enero 08, 2010

Periodismo de anticipación

Terremoto orgiástico sacude a la TV argentina

Tinelli se la veía venir, por eso decidió, tarde, travestir su previsible show televisivo en Morfándosela por un sueño donde, en un intento desesperado por evitar el descenso al hoyo negro del olvido, nos muestra una lavada diversidad de utilería. Demasiado tarde. Porque desde su episodio cero, la comedia de enredos gay Amores, amantes y amoríos se impone en el rating y ya es considerada un hito en la historia de la televisión argentina: primero por ser el primer programa de ficción local, cuyos protagonistas son gays y lesbianas; segundo porque es también el primer programa de ficción de la televisión pública que lleva cuatro semanas consecutivas al tope del rating en el prime time.
Inimaginable hace apenas unos meses, el fenómeno puede entenderse como el resultado de una serie de eventos que parecían no tener conexión hasta ahora, cuando confluyen en este gran éxito la recuperación de las transmisiones de fútbol para la televisión pública y, en consecuencia, la importante facturación que las autoridades del canal decidieron destinar en gran parte a la producción de programas de ficción; las recientes leyes que permitieron abolir las diferencias de género que impedían el matrimonio gay y el inesperado efecto rebote que tuvo sobre las parejas más jóvenes de todos los sexos, en su mayoría en contra de la institución matrimonial y a favor de la poligamia y, sobre todo, el fenómeno del fenómeno: la última visita de Ricardo Fort al Dalai Lama, un viaje durante el cual el millonario dice haber tenido una visión: “El futuro es gay”, dijo a Susana Giménez tras su regreso el joven empresario, productor de Amores, amantes y amoríos, durante el tan esperado tête a tête con la diva que, como era de esperar, incendió también las mediciones de teleaudiencia.
Amores, amantes y amoríos, el fenómeno sin parangón que deja al país con la boca y el culo abiertos, tiene por protagonistas a los hermanos Lux, que forman el dúo baladista Fanfarria: Adán (Juan Pablo Malvasio, más conocido como Electrochongo) es un simpático y sensual osito fisicoculturista que se muestra durante el noventa por ciento de las escenas en slip y tiene una gran corte de admiradores y amantes (como escribió Paul Verlaine en su poema "Mille et tre": “incontables amantes, nunca son demasiados”), y su hermana Eva (Dalia Rosetti en su debut como cantante y actriz), cuyo mayor atractivo, además de su extraña belleza, es y será por muchos capítulos uno de los misterios que se revelará hacia el final de la temporada. Desde el primer capítulo vive acompañada por su harem, cinco jóvenes aborígenes de la Amazonia colombiana a las que conoció durante un viaje iniciático; pudimos verlo en el primer episodio, en el que no faltaron las alucinaciones ni los peligros: insectos gigantes de picaduras mortales, caníbales, además de la maravillosa selva.
El cóctel cautivó a la teleaudiencia, que cada vez más vertiginosamente se identifica con los ideales del libre albedrío: las escenas de sexo de altísimo voltaje, los diálogos brillantes y los gags, de una calidad que supera en materia televisiva a todo lo que hemos visto hasta hoy. Con tanto glttb, homosexual, camionera, puto, trola, pervertido y sodomita suelt@, el abanico de recursos humorísticos no tiene fin: desde los artilugios de algunos de los amiguitos de Adán, para usar los maquillajes y vestidos de Eva, hasta los celos entre las chicas del harén, que desatan peleas con patadas, mordiscones y agarradas de los pelos, como en los mejores momentos de los populares Urdapilleta y Tortonese en el Palacio de la Risa. Y no nos olvidemos de las hermosas canciones, como Te siento, lo siento por mí, que sin dudas estará pronto al tope en todos los rankings.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-1158-2009-12-31.html

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